miércoles, 23 de febrero de 2011

Un poquitín de Historia



1. Hitos históricos en el transporte ferroviario.
En el año 1804 se inauguró en Inglaterra el primer ferrocarril de servicio público. Unía Wands-Worth-Croydon y Carshalton y sus trenes eran remolcados por tiros de caballos. Diez años más tarde se inició un movimiento revolucionario con la introducción de la máquina de vapor de George Stephenson.
El ferrocarril, también conocido con el nombre de camino de hierro, no es fruto de una idea surgida espontáneamente, sino del resultado de un prolongado proceso iniciado a mediados del siglo XVII para el transporte de carbón en las minas de Inglaterra y Alemania. En aquellos entonces, la vía estaba construida por unos largueros de madera apoyados y clavados sobre unas traviesas, también de madera. Más tarde, para evitar el desgaste de la madera, se forraron las caras superiores de los largueros con chapa; al propio tiempo se conseguía el guiado de las ruedas añadiendo a éstas una pestaña en su parte interna. Posteriormente, su forma tronco-cónica permitió mayores velocidades al facilitar la inscripción de los carruajes en las curvas.
Se puede considerar como fecha en la historia de los caminos de hierro la del 27 de septiembre de 1825, que fue cuando se inauguró la línea Stockton-Darlington, en Inglaterra.
Los intentos precursores de construcción de ferrocarriles en España tuvieron lugar a fines de la década de 1820. La primera concesión que se otorgó fue en 1829 a José Diez Imbrechts, terrateniente de Puerto Real y propietario de una bodega de vinos en Cádiz, para un proyecto de construcción de ferrocarril entre Jerez y el Portal, sobre el río Guadalete, de apenas 6 Km. de longitud. La empresa fracasó por falta de financiación. Hubo varios intentos más de construcciones de ferrocarril, pero todas ellas fracasaron por la inestabilidad económica y política.
En España, el ferrocarril llegó primero a la provincia caribeña de Cuba, y después al suelo peninsular. En efecto, el 19 de noviembre de 1837 se inauguraba el tramo entre La Habana y Bejucal, dentro de la línea de La Habana a Güines.
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La primera construcción ferroviaria peninsular correspondió a la línea Barcelona-Mataró en 1848; a la que siguió en 1851 el Madrid-Aranjuez que posteriormente se prolongó hasta Albacete.
La aprobación de la ley de ferrocarriles en 1855 desencadenó la fiebre de las construcciones ferroviarias y la aparición de las primeras empresas ferroviarias; la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, conocida como MZA surgió en 1856; la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España surge en 1858; la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces se constituye en 1877 absorbiendo distintas líneas del Sur; y así fueron surgiendo distintas compañías a lo largo y ancho de la Península.
En 1941 nace la Red de los Ferrocarriles Españoles RENFE, aglutinando, rescatando, y reconstruyendo las líneas de las principales compañías privadas existentes entonces, destruidas durante la guerra civil.
Durante años coexisten los tres tipos de tracción (vapor, diesel y eléctrica), hasta que en 1975 en la estación de Vicálvaro en Madrid, el entonces príncipe de Asturias, hoy rey de España Juan Carlos I, apagó la última caja de fuegos de la tracción vapor.
A finales de la década de los ochenta, se transforma radicalmente la estructura interna de la compañía, pasando de la organización departamental, a dividirla en "Unidades de Negocio" (UU.NN.), introduciendo un nuevo modelo de gestión.
Otro hito histórico en el ferrocarril español se dio en 1992 con la inauguración de la primera línea y tren de alta velocidad AVE que une Madrid y Sevilla. En 2004 se inauguró el tramo Madrid-Lleida correspondiente a la línea de alta velocidad Madrid-Barcelona- Francia. Y en la actualidad existen diversas líneas de alta velocidad en proyecto y en construcción, que harán que en poco tiempo la alta velocidad abarque prácticamente todo el territorio nacional.
El 1 de enero de 2005 con la entrada en vigor de la Ley del Sector Ferroviario, RENFE desaparece como tal empresa y se segrega en dos nuevas empresas totalmente independientes:
Renfe Operadora (integrada básicamente por las UU.NN. dedicadas al transporte tanto de viajeros como de mercancías) y el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) (integrado básicamente por las UU.NN. dedicadas al mantenimiento de la infraestructura, terminales de mercancías, y circulación), que 6
absorbe al Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF) creado en el año 2000.
2. Ancho de vía.
La diversificación de los anchos de vía no fue un factor preocupante en tanto las líneas de cada Red atendían un servicio y tráfico muy localizados. Sin embargo, la Revolución Industrial exigía la interconexión de las líneas con objeto de que el material remolcado, incluso en algunos casos el motor, pudiera pasar de unas redes a otras. Estas razones impusieron la adopción de un ancho estándar de vía (1.435 mm.).
El citado ancho de vía parece ser que se debe a que cuando los romanos llegaron a Inglaterra, hace unos dos mil años, llevaron unos carros cuyas ruedas tenían la misma separación con objeto de seguir las rodadas que las mismas dejaban, y que después reforzarían con piedra para darles consistencia.
Al ancho de 1435 mm. se le denominó ancho normal, existiendo en relación a éste, ferrocarriles de vía estrecha (con este ancho) y otros de vía ancha.
La sinuosidad en los trazados es la característica de los ferrocarriles españoles. Sin embargo, como dato curioso a este respecto, citaremos el ferrocarril de San Petersburgo a Moscú, ordenado construir por el Zar Nicolás I, que puso como condición el que fuera en línea recta; siendo uno de los ferrocarriles más rectos del mundo, sólo superado probablemente por un sector del ferrocarril transaustraliano, que tiene un tramo recto de 528 Km.
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